La ética de la interdependencia

xabier etxebarria

Este artículo es un adelanto
de la próxima revista Voces
que tratará sobre ética.


Xabier Exteberria es experto en ética.
La ética son los principios
que hacen que nos comportemos bien.

Xabier dio una charla
en el Congreso Estatal de Ética
que organizamos en Oviedo.

En este artículo,
resumimos esa charla.

Xabier habló de 2 tipos de ética:

  • Ética de la independencia.
  • Ética de la interdependencia.

Ahora explicamos la diferencia entre las 2.

La ética de la independencia

  • Es la ética más presente ahora.
  • Significa pensar que es importante
    que todas las personas deben
    ser independientes.
    Eso significa vivir sin depender
    de otras personas.
  • Esta ética piensa en las personas como hongos
    que salen solos y no necesitan nada.

La ética de la interdependencia

Interdependencia significa depender
todas las personas unas de otras.

  • Esta ética critica a la ética de la dependencia.
  • Piensa que no hay personas
    que puedan desarrollarse y vivir
    sin depender de otras.
  • Todas las personas dependemos de las demás.
  • Todas las personas necesitamos apoyos.
  • El problema es que hay apoyos
    que llaman más la atención que otros.
    Por ejemplo: usar gafas es un apoyo
    que no llama la atención.
    Pero la lectura fácil o una silla de ruedas
    llama más la atención.

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Por su valor, transcribimos parte de la conferencia de Xabier Extebarria -catedrático emérito de Ética de la Universidad de Deusto- durante el Congreso Estatal de Ética celebrado de Oviedo.

Puedes leer la transcripción de su presentación y, en este vídeo, puedes escuchar su exposición completa:

 

En el congreso, Exteberria recibió un reconocimiento por el trabajo que ha dedicado en su vida a la ética relacionada con la discapacidad.

Ana Carratalá, Xabier Exteberria con el premio con forma de trébol y Carmen Laucirica

Partimos de la ética de la independencia

Si vamos a hablar de la ética de la interdependencia, la vamos a distinguir de la ética de la independencia.

La ética de la independencia que normalmente tenemos presente. Se genera como ideal moderno a partir de los pensadores liberales, como Hobbes, quien precisamente tenía una metáfora al respecto.

Imaginad a las personas como hongos, como si brotaran de la tierra y llegaran a la madurez, sin ninguna clase de compromiso mutuo.

Independiente quiere decir que somos libres, plenamente capaces, autosuficientes y las personas están separadas. Es una perspectiva individualista.

Si os fijáis, Hobbes se ha saltado incluso la infancia. Las personas se hacen a sí mismas y sus relaciones son libres y entre iguales. Además, son contractuales: yo te doy algo equivalente a algo que tú me das.

Esto moldea nuestros ideales de vida: yo quiero ser esa persona independiente, que no le debe nada a nadie.

Críticas a la ética de la independencia

Una de las críticas a este ideal moderno es que, en la realidad, quienes brotan suelen ser solo una parte de la población: hombres adultos, acomodados, blancos y sin discapacidades.

Así que movimientos sociales como el feminismo, el socialismo, el antirracismo, el anticapacitista, reclaman que ese ideal solo es posible cuando todas las personas están en igualdad de condiciones para conseguirlo.

Esta crítica no cuestiona ese ideal moderno de la independencia. Pero hay otra crítica más radical que sí lo hace: ese individuo autosuficiente que queremos ser ni existe ni puede existir.

Nadie es autosuficiente. Nadie puede serlo. Somos todas personas con necesidades vitales, a todos los niveles, que no podemos satisfacer por nosotras mismas.

Ese individuo autosuficiente que queremos ser ni existe ni puede existir. Somos todas personas con necesidades.

Y no podemos recibir apoyos sin olvidarnos de ellos, autoasignándonos todo el mérito. Por ejemplo, yo no puedo decir «qué bien hablo» olvidándome de las condiciones que se han desarrollado durante siglos para que pueda aprender a hablar.

En toda presunta independencia hay una trayectoria de dependencia.

Apoyos que no llaman la atención, pero nos hacen dependientes

Hay apoyos que parecen puntuales -como recibir unas gafas-, aunque se mantengan en el tiempo, ya que debas usarlas de forma habitual, que parece que te dan independencia.

Sin embargo, hay otros apoyos mantenidos en el tiempo, reiterados, que llaman más la atención. Pero son solo una variante de la dependencia en la que, simplemente, se necesita esa reiteración de apoyos.

Además, nuestras dependencias fluctúan, cambian en la vida. Por ejemplo: en situaciones de dificultad -como un proceso de enfermedad o de duelo- o durante el envejecimiento, nos solemos volver más dependientes.

También están las dependencias de cuando somos niñas y niños, que son preciosas porque son dependencias hacia la independencia.

Sin embargo sentimos esas dependencias como algo malo y no tiene por qué ser así: nos pueden aportar cosas preciosas.

Una curiosidad es que, cuando no ves la capacidad en alguien, el problema no está en esa persona, sino en tu mirada hacia esa persona.

Otro problema es que la sociedad privilegia ciertas capacidades y arrincona otras. Por ejemplo: la empatía no se valora tanto como la capacidad de construir un aparato.

La sociedad privilegia ciertas capacidades y arrincona otras. Por ejemplo: la empatía no se valora tanto como la capacidad de construir un aparato.

Además, otro dato interesante es que las capacidades me permiten auto realizarme, pero también apoyar a otras personas. Así las barreras se diluyen.

Todo esto nos conduce de la ética de la independencia a la ética de la interdependencia.

Tenemos espacios de independencia personal, que hay que reivindicar, en los que somos personas únicas, en marcos relacionales y sociopolíticos de interdependencia.

Percibir la dependencia de forma ética

La ética de la interdependencia reclama ajustes éticos en torno a la percepción de la dependencia. Si la percibimos mal, alguien puede señalar que no queremos la independencia de las personas.

Un problema raíz es que, socialmente, se ignoran unas dependencias y se consideran solo otras. Hay que tener el panorama completo de todas las dependencias que han activado nuestras capacidades.

Socialmente, se ignoran unas dependencias y se consideran solo otras.

Socialmente, se percibe la dependencia como minus valor. Una cosa es dependencia y otra cosa es valer menos. Esto genera una identidad hetero asignada: el resto le asignamos la identidad a esa persona, no se la asigna ella.

Para colmo, hay presión social que empuja a la persona a interiorizar eso. No hay que confundir lo valioso con menores posibilidades de hacer ciertas cosas. Reconocer las dependencias implica humildad y, no hacerlo, pedantería.

Además, sutil o descaradamente se conexiona la limitación con sumisión a quienes apoyan, que a su vez tendrían una relación de dominio. Eso es lo perverso. Hay una exigencia de diferenciar con contundencia la dependencia de la sumisión y la dominación.

La realidad es la interdependencia

La realidad a lo largo de nuestra vida es la interdependencia, aunque variable en su concreción.

La interdependencia además es una constante en la vida humana. Incluso quien domina tiene una interdependencia perversa. Un empleador abusón necesita al empleado en esa relación de poder.

El reto no es suprimir esa interdependencia, sino hacer que sea moral. Es moral cuando hay respeto y no hay dominio.

El reto no es suprimir esa interdependencia, sino hacer que sea moral.

Los apoyos deben agrandar lo más posible la independencia posible, pero debe hacerse buscando situar a las personas en la vivencia de la interdependencia moral, no en la independencia absoluta.

También debemos ser conscientes de que el ideal universal no es la independencia, sino la no dominación. Se domina con el paternalismo, la manipulación, la discriminación, la exclusión, la opresión, la violencia.

Otra cuestión es que debemos vigilar las formas de dominación que generan dependencias evitables como una atención inadecuada que genera dependencias (paternalismo, sobreprotección) o una falta de atención, negligencia o abandono.

Estas conductas se dan en dinámicas interpersonales, pero también sociales y políticas.

Quien acoge la interdependencia debe acoger tanto el dar como el recibir, sabiendo que en el dar hay mucho de recibido. Para poder dar, has recibido mucho.

Los cuidados son una expresión de la ética de la interdependencia

Debido a nuestra condición de fragilidad y vulnerabilidad, la apertura a ser cuidadas, cuidados, no solo a cuidarnos, es una constante en nuestra vida.

Se cuida bien cuando se cuida a la persona, no como si cuidases a un objeto. Si un médico se fija en la enfermedad, pero no en la persona, esto supone des-cuidar o incluso mal-cuidar.

En los cuidados, aunque esté presente lo tangible, incluso medible en dinero, siempre hay dimensiones de gratuidad no mensurables que son decisivas.

 

Xabier Extebarria

Catedrático emérito de Ética de la Universidad de Deusto

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