El acceso a la Salud, una responsabilidad compartida

Paula promotora de salud

Ángeles Alcedo es experta
en discapacidad intelectual y mujer.

En artículos anteriores, nos ha hablado
de la situación de las mujeres
con discapacidad intelectual o del desarrollo
en el sistema de Salud.
También, de qué cosas tienen que hacer
los médicos y personal sanitario
para asegurar que estas mujeres
pueden acceder a la Salud
como el resto.

En este artículo habla de la responsabilidad
de las propias mujeres
en la reclamación de su derecho a la Salud.

Las mujeres con discapacidad deben estar
en todos los movimientos y acciones
para reclamar sus derechos
en su día a día:
– Salud.
– Educación.
– Trabajo.
– Ocio.

Deben participar en los programas
que mejoran su calidad de vida
especialmente en los que hablan
de su salud sexual y reproductiva.

Dene implicarse en las medidas
que se acuerden.
No pueden seguir siendo
personas pasivas,
a las que no se consulta nada,
o que dicen a todo que sí.

Para eso, las profesionales y familiares
debemos dejar de sobreproteger a estas mujeres.
Sobreproteger es tomar decisiones
sobre la vida de una persona
creyendo que así la proteges
porque sabes qué es lo mejor para ella.

Además, en muchas organizaciones
sigue habiendo machismo
y piensan que por ser mujeres
nos deben sobreproteger.
También ha que acabar con eso.

Porque estas actitudes
atacan los derechos básicos de estas mujeres,
potencian su discriminación
y ocultan sus necesidades.

Por tanto, necesitamos trabajar
con estas mujeres
para reforzar su capacidad de decisión
sobre sus propios asuntos.
Debemos darles información accesible
sobre qué es y cómo conseguir
estar bien de cuerpo y mente
y tener un entorno saludable.

La formación de las mujeres
con discapacidad intelectual o del desarrollo
es fundamental para lograr
su derecho a la salud.
Esto lo dice el “Posicionamiento
de igualdad de género de Plena Inclusión (2018).

Hay que dar poder a estas mujeres
para que participen en todos los ámbitos.
La campaña de Plena inclusión
«Soy promotora de Salud»
es un buen ejemplo de este poder
de las mujeres con discapacidad.

Qué puedes hacer tú

Entra y comparte la campaña #SoyPromotoraDeSalud, de Plena inclusión.
www.plenainclusion.org/soypromotoradesalud

 

¿Qué tendrían que hacer las mujeres con discapacidad intelectual y las organizaciones que las representan para mejorar su acceso a la Salud?

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Las mujeres con discapacidad han de estar presentes en todos los movimientos y acciones dirigidas al fomento y desarrollo de sus derechos en los distintos ámbitos de su vida, salud, educación, trabajo, ocio, etc. Deben ser parte activa de cualquier programa dirigido a la mejora de su calidad de vida, especialmente en lo relativo a su salud reproductiva y sexual. Deben ser consultadas y estar implicadas en el diseño de las medidas adoptadas. No pueden seguir siendo sujetos pasivos que continuamente asumen los dictámenes impuestos por terceros, bien sean profesionales, cuidadores, educadores, familiares, etc. Ahora bien, esto requiere, por un lado, romper con la sobreprotección de los entornos cercanos y con el sesgo de género de las organizaciones que les prestan servicios de apoyo.

La actitud proteccionista ataca sus derechos básicos fundamentales, potencia su discriminación e invisibiliza sus necesidades. Por tanto, es necesario seguir trabajando con estas mujeres para fomentar y reforzar su capacidad de decisión sobre aquellos asuntos que les conciernen y preocupan, proporcionándoles información accesible sobre el bienestar físico, psicológico y social relacionado con su salud sexual y reproductiva, en un entorno libre de discriminación y violencia.

Tal y como recoge el reciente “Posicionamiento de igualdad de género en el ámbito de la discapacidad intelectual o del desarrollo” de Plena Inclusión (2018), la formación y capacitación de estas mujeres es la clave para lograr estos objetivos. En definitiva, es necesario abogar por el empoderamiento como estrategia clave para la participación de las mujeres con DI en cualquier ámbito, pero esto no es posible sin apoyos ni coordinación. En este sentido, algunas acciones que vienen siendo desarrolladas por asociaciones y organizaciones de personas con discapacidad, como la reciente campaña de Plena Inclusión “Soy promotora de salud”, son un ejemplo de buena práctica, al tener en cuenta la voz de estas mujeres como principales protagonistas y agentes de sus derechos.

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