Procesos de transformación: lo que descubres con la escucha

Para tener buenas ideas necesitamos escuchar.
A veces, escuchamos y decimos “Sí, eso ya lo sé”.
Escuchar de verdad significa:
– Entender cómo se siente la otra persona.
– Ver oportunidades y nuevas ideas.
Para escuchar de verdad a alguien,
a veces tenemos que hacer
algo más que preguntarle.
Podemos vivir un día como la otra persona.
Así entenderemos mejor cómo vive.
Esto es muy necesario
con las personas con discapacidad
a las que les cuesta hablar con su voz.

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Últimamente ando indagando en cuáles son las condiciones necesarias para que se generan buenas ideas. Y también me pregunto y reflexiono sobre qué son buenas ideas. Sospecho que una idea buena surge de un proceso de descubrimiento y de exploración. En todas las metodologías que conozco, siempre se habla de una primera fase de escucha y empatía.

Otto Scharmer, conocido por la Teoría U, describe cuatro niveles de escucha. En el primero, escuchas desde lo que sabes, desde el hábito. Escuchas desde lo que ya sabes y tu cerebro responde: “Sí, eso ya lo sé”. El segundo nivel tiene que ver con los hechos y los datos. Es una escucha más científica. En el tercer nivel, entra la empatía. En él te pones en el lugar de la otra persona, compartes situaciones y compartes un “sé cómo te sientes”.

Tras todos estos niveles se produce el cuarto nivel, el de la escucha generativa, en la que ves las posibilidades y nos convertimos en otra persona.

Lo que descubres cuando escuchas

Esta escucha empática y generativa se puede provocar de varias maneras. Por ejemplo, una de las formas que tenemos es convertirnos en la sombra de la persona con más necesidades de apoyo y vive la situación más complicada. Pasamos al menos un día en la vida de María. Vivimos los apoyos tal y como ella los recibe, nos trasladamos a su lugar de vida. Desde ahí, entendemos mucho más.

Por ejemplo, solemos captar que solemos poner el foco en las necesidades y nuestro rol se limita a cubrirlas, cuando la clave es identificar las fortalezas individuales y grupales y construir desde ahí.

También descubrimos que lo que llamamos democracia no lo es, o al menos está sobrevalorada. La escucha no puede realizarse sólo a través de una mera consulta. Las conversaciones tienen que ser profundas para transformar y contribuir a relaciones más horizontales y de mayor confianza.

Escuchar sin palabras

Puede sorprendernos igualmente otra idea: el lenguaje está sobrevalorado. Las personas con discapacidad intelectual, y a menudo también las personas sin discapacidad, eligen entre lo que conocen… y a veces lo que conocen está muy limitado.

Por eso los procesos de toma de decisiones deben reforzar la información y el debate. Descubrimos que las personas no nos transmiten tanto las necesidades con las palabras, con el lenguaje, sino que nos la demuestran en su día a día.

Así, algunos problemas de conducta pueden tener origen en aspectos biológicos, pero otros muchos se explican con vidas vacías, rutinarias. Esos problemas de conducta son la forma en que las personas con discapacidad intelectual nos transmiten su protesta, su insatisfacción.

Mucho que transformar

Descubrir que existen tantas personas con discapacidad intelectual que mantienen vidas con escasos momentos significativos nos dice que tenemos mucho camino por recorrer.

En esa línea, las historias de éxito pueden confundirnos o engañar. Que haya Campeones, que haya historias de plena inclusión, no quiere decir que podamos olvidar que esos mismos campeones pueden vivir a menudo momentos de plena indefensión, y también muchas otras personas.

Hay muchas historias de personas a las que no sabemos cómo apoyarles. Ahí, en cada una, debe realizarse un proceso de transformación.

La necesidad de dos sistemas operativos

En resumen, los procesos de ideación y transformación debemos provocarlos desde la escucha generativa, con la empatía –promoviendo roles difusos y horizontales, y no relaciones de poder-, y combinar la consulta con la conversación.

También otra clave es mirar hacia fuera: cómo lo están haciendo otros colectivos y otras personas que construyen buenas comunidades. Así te sorprende ver que a final buscamos lo mismo: cambiar la sociedad.

Necesitamos para eso salir de los despachos y estar en los territorios desde un rol de aprendizaje. Estamos en otra era. No tenemos que iluminar el camino, nuestro papel es generar espacios de escucha y aprendizaje entre personas diferentes.

Y esto no se puede lograr con la estructura actual del movimiento asociativo. A veces pienso que necesitamos instalarnos dos sistemas operativos que convivan durante un tiempo sin conflictos.

Uno mantendrá la estructura actual y otro generará nuevas maneras, nuevos espacios. Tendremos una oportunidad al definir los nuevos programas del IRPF y el nuevo periodo estratégico.

 

Berta González Berta González

Coordinadora técnica de Plena inclusión España

 

 

 

Foto de portada: Ben Smith

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